La estrategia Europa 2020, que representa la hoja de ruta que la Unión Europea marcó en 2010, define las prioridades que debían seguirse en esa década para lograr una Europa que saliera fortalecida de la crisis, y que se resumían tres tipos de crecimiento: inteligente, sostenible e integrador. Se proponían para ello cinco indicadores clave relacionados con el empleo, la inversión en I+D, la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero, el abandono escolar y el número de personas en riesgo de pobreza.