La vinculación existente entre los grabados isleños y las inscripciones líbico-bereberes permite analizar esta grafía como componente estructural destacado de las manifestaciones
rupestres, además de reconocerla como elemento unificador de una diversidad tipológica, en la que se ha insistido quizás excesivamente en el pasado. Mediante el presente artículo se pretende justificar la viabilidad de este enfoque metodológico, y mostrar paralelos en el ámbito cultural bereber del continente africano.