Edadismo (ageism), cuerpos y deporte. Discursos, límites y desafíos.
Date
2023Abstract
Estimado lector, permítanos que le propongamos, antes de leer este capítulo,
dedicar un minuto a realizar el siguiente ejercicio, que tomamos de la obra de J. J.
Coakley (2021). Imagine a dos personas de forma vívida, imagínelas poniéndole un
nombre a cada una y observe sus rasgos físicos. Visualícelos haciendo algún deporte
elegido al azar. Imagine la actividad en sí misma. Imagine su ropa (póngale color), su
estatura (aproximada), su calzado en caso de usarlo, su escenario, etc. Si lo ha hecho
ya, ahora procede preguntarle: ¿En qué pensó? ¿Cómo se llamaban? ¿Qué edad tenían?
¿Qué actividad deportiva hacían? ¿Pensó en hombres y mujeres? ¿Aparecían cuerpos
completos normativos o mutilados? ¿Había sillas de rueda u otras prótesis? ¿De qué
tipo? Seguramente, ni la vejez, ni la discapacidad, ni el transgenerismo aparecerán en
su imaginario, salvo que hayan tenido experiencias concretas con estos elementos no
normativos. La idea de este ejercicio es observar cómo nuestra imaginación está ligada
a nuestra experiencia biográfi ca y etnocentrada.
La discriminación por edad, conocida como edadismo o ageism (en inglés), según
el término acuñado por el psiquiatra estadounidense Robert Butler, se refi ere a una
aproximación evaluativa por la cual se favorece a un grupo etario sobre otros. Asimismo, se justifi ca la discriminación hacia estos, que son asumidos como incapacitados
–tanto física como mental o intelectualmente– para la plena participación en actividades convencionales (Butler, 1975). Según Nelson (2004), esta práctica responde a una
experiencia subjetiva consecuente de las relaciones intergeneracionales. Tales relaciones
se asientan sobre un triple nivel de alcance –micro o individual, meso o colectivo
y macro o cultural-social (Ayalon y Tesch-Römer, 2018)–, de respuesta –acciones,
actitudes y creencias (Nelson, 2004)– y de componentes –estereotipos, prejuicios y
discriminación (OMS, 2001). Como señala Coakley (2021), pensar en la población
más joven como sujetos con mayores y superiores capacidades frente a aquellos de
edad más avanzada se ha extendido tanto en algunas culturas que ya se llega a asumir
como natural e, incluso, se desarrolla un cierto miedo al envejecimiento. Es más, Levy
(2001) alude a una cierta auto-represión implícita por la propia población más veterana
al haber asumido, en algunos casos, dichos discursos.