Familia solo hay una. El control de los medios de comunicación audiovisuales y la evolución del modelo de familia tradicional defendido en el cine español durante el franquismo.
Autor
Luis Ruiz, PatriciaFecha
2024Resumen
Los objetivos planteados en este trabajo apuntan hacia dos direcciones distintas, pero que conducen al mismo destino: mostrar las diferentes formas en las que el gobierno franquista habitó los hogares españoles durante los cuarenta años de dictadura. En líneas generales, nuestro cometido se sintetiza en: ➢ Presentar los pasos seguidos por el estado tras la victoria nacional en la Guerra Civil para asumir el control de los medios de comunicación audiovisuales. Adaptándose a los tiempos, primero con la radio y luego con el No-Do y la televisión, el franquismo acapara todas las fuentes de información de las que disponen los españoles. Así, el gobierno pasa a formar parte fundamental del día a día de una población desconcertada por el contraste entre la miseria que inunda las calles y la fantástica y gloriosa imagen de España que narran los locutores y se proyecta en las pantallas. ➢ Demostrar, en consonancia con lo anterior, cómo lo que no se ve no existe. Tras el conflicto, es necesario demostrar la superioridad de los sublevados y la ineptitud de los ‘rojos’. Si la labor de los segundos se presenta en los medios como un absoluto despropósito, debe ser porque, en realidad, no han hecho nada bueno. Si los primeros se presentan como héroes y defensores de la patria y de la raza, debe ser porque el fin justifica los medios y todas las medidas y decisiones tomadas solo buscan una cosa: ‘ver a España levantada’. ➢ Mostrar el poder del cine para influir en las emociones y actitudes de las personas que lo consumen. Al mismo tiempo, evidenciar que, aunque también fueron importantes las películas claramente políticas de contenido belicista y militar, no necesariamente el mensaje siempre llega al espectador de una forma explícita o directa. En géneros que a priori parecen amables e inofensivos, también reside el pensamiento de régimen, siempre con una moraleja relacionada con la exaltación de la moralidad cristiana, de la nación y de la familia como gran vertebradora de todo el sistema. Ninguna manifestación artística es apolítica.