dc.description.abstract | Es ciertamente común al indagar sobre las mayores influencias de Kant
encontrar el nombre de Hume junto con el de Rousseau. Al final, ambos lo despiertan
del sueño dogmático en el que, nos cuenta, se hallaba inmerso. Mas la relación que
suele establecerse con Hume refiere a lo tocante a metafísica y epistemología, es decir,
a la crítica escéptica de aquella y a la primacía de lo empírico sobre lo racional en ésta;
dejando a lo moral de lado, como una cuestión menor de la que se ocuparía más
adelante, una vez construya su teoría del conocimiento. No obstante, ni para Hume la
moral era una cuestión menor,
2 puesto que le dedicará el tercer y último libro de su
Tratado, ni Kant la desatiende en la Crítica de la razón pura. Y es que será Hume quien
funcione no sólo como despertador de su sueño dogmático-metafísico, sino quien lo
pondrá en alerta sobre la aparente incapacidad de la razón tanto para la deducción del
conocimiento, como para el deber moral. Empero, si pretende resolver el brete en el que
deja Hume a la razón en general y a la moral en particular, deberá hacerlo trabajando la
tensión entre ambas y poniendo límites tanto al empirismo como a la metafísica. Es por
esto mismo por lo que tomamos a Hume y su Tratado como antecedente prácticamente
directo de la primera Crítica. El problema que realmente nos interesa, se podrá apreciar
por el título del trabajo, es el relativo a la moral y las ideas. Pero, para ello, hay que
establecer antes las posibilidades y los límites del empirismo humeano. No es cosa
distinta de la que ya hizo Kant. | es_ES |