La guerra y la paz en el pensamiento occidental contemporáneo
Author
Pérez Bevia, José ManuelDate
2020Abstract
La guerra fue desde antaño entendida por los occidentales como forma natural y lícita de resolver conflictos entre Estados, aunque también como un mal menor, dado el desorden, los abusos, la destrucción y muerte, que aquella acarreaba en la mayoría de los casos. Pero, con la llegada de las ideas humanísticas, algunos occidentales
comenzaron a calificarla de anacrónica e inaceptable, clamando por su erradicación,
llegando incluso paradójicamente a justificar la guerra de exterminio, con tal de alcanzar
la tan deseada paz.
Los terribles efectos de las dos Guerras Mundiales convencerían a la mayoría de la necesidad de evitarlas con mucha mayor determinación. Y con tal propósito se llegaría a prohibir por ley el uso de la guerra y a constituir una serie de instituciones
internacionales, que velasen por el respeto de dicha proscripción, imponiéndose incluso
el respeto a las fronteras establecidas y la no injerencia en conflictos internos de los
Estados, como otra forma de evitarlas. Aun así, otros muchos seguirían considerando la guerra y otras formas de violencia extrema organizada como opción válida, cunando otros medios de coacción
menos cruentos, la diplomacia o el parlamentarismo resultan ineficaces. De hecho, las
guerras no han desaparecido, incluso puede decirse que proliferan, por lo que la mayoría insiste en la necesidad de continuar perfeccionando los medios para evitarlas. Y, entre tales medios, las Fuerzas Armadas (FFAA.) siguen siendo consideradas imprescindibles.
No obstante, puede apreciarse una considerable variedad de opiniones al respecto, distribuidas en tiempo y espacio, que generalmente se relacionan con el también distinto grado de compromiso en el mantenimiento de la paz y con el grado de
amenaza sentido en cada caso, entre otras circunstancias. The war was from the past understood by Westerners as a natural and lawful
way to resolve conflicts between States, but also as a lesser evil, given the disorder,
abuse, destruction and death, which it entailed in most cases. But, with the arrival of
humanistic, some Westerners began to describe it as anachronistic and unacceptable,
crying out for its eradication and paradoxically even justifying the war of extermination,
in order to achieve the much desired peace.
The terrible effects of the two World Wars would convince most of the need to
avoid them with much greater determination. And for this purpose, the use of the
Armed Forces would be prohibited by law and to constitute a series of international
institutions that ensured respect for said prohibition, even demanding respect for
established borders end non-interference in internal conflicts of the States.
Even so, many others would continue to consider war and other forms of
extreme organized violence as a valid option, cradling diplomacy and other less bloody
means of coercion are ineffective. In fact, wars have not disappeared, it can even be said
that they proliferate, so the majority insist on the need to continue improving the means
to avoid them. And, among such means, the aforementioned Armed Forces are still
considered essential.
However, a considerable variety of opinions can be appreciated, distributed in
time and space, which generally relate to the different degree of commitment to
peacekeeping and the level of threat felt in each case, among other circumstances.