La obra de Michel Tournier lleva la huella del patrimonio cristiano. Su pertenencia a esta característica de la cultura occidental se puede ver en sus adaptaciones de temas bíblicos, como el del mito de Adán, ser andrógino. Esta percepción del primer hombre, en la obra de Tournier, confirma su pertenencia a una herencia cultural específica que se sitúa entre la filosofía griega y la cristiandad. El escritor consigue actualizar este contexto cultural gracias a la práctica literaria de la reescritura.