Los objetos cotidianos recontextualizados como arte adquieren nuevas
dimensiones de significado y valor. Útiles con una dimensión eminentemente pragmática, decorativa o simbólica, toman plena autonomía en
el espacio expositivo, permitiéndonos reflexionar sobre su condición de
mercancía y su función en la cultura popular. Los objetos operan y resultan familiares en sus contextos culturales, al desplazarlos de los mismos, las relaciones, las funciones y los significados de las cosas se ven
distorsionados, poniéndose en evidencia el carácter convencional de la
percepción “natural”.