Etap: una escala de tabaquismo para atención primaria
Author
González Romero, Pilar MaríaDate
2016Abstract
El consumo de tabaco es uno de los principales factores de riesgo para la salud
humana, constituyendo uno de los problemas más importante de salud pública
a nivel mundial (1,2,3). Se le ha definido como la gran epidemia silente (4). Según
la Organización Mundial de la Salud (OMS) en mayo del 2013; el tabaco causó
cien millones de muertes en el siglo XX. Manteniendo la tendencia actual,
podría llegar a producir mil millones de muertes en el siglo XXI (5). Gracias a las
leyes antitabaco 28/2005 y 42/2010 el consumo ha disminuido en los últimos
años, hasta un 28% en la comunidad canaria y hasta ser del 23% en mayores
de 16 años en toda España, frente al 29,9% del año 2009. Aunque seguimos
estando por encima del 20% de EEUU (5-9).
El tabaquismo constituye una epidemia responsable de al menos veintinueve
enfermedades de alta relevancia para la salud pública, existe un mayor riesgo
de enfermar por el tabaco, en relación a; cardiopatía isquémica, enfermedad
cerebrovascular, enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) y cáncer de
pulmón, siendo más del 50% enfermedades cardiovasculares (10-12). Los efectos
nocivos del tabaco sobre el sistema circulatorio lo convierten en un temible
factor de riesgo cardiovascular, y en el primer problema de salud pública
susceptible de prevención (13).
Los problemas ocasionados por el tabaco no solo repercuten en la salud del
propio fumador sino que inducen numerosos problemas, en los fumadores
pasivos (14,15). El tabaquismo pasivo es la inhalación involuntaria del humo del
tabaco, por parte de personas no fumadoras, que procede de la contaminación
del ambiente producida por el humo de tabaco consumido por los fumadores.
Siendo igualmente un problema de Salud Pública muy importante en nuestro
país, debido a la elevada prevalencia de fumadores y al bajo cumplimiento de
la normativa que regula los espacios sin humo El evento cardiovascular agudo se puede añadir a la lista de los principales
resultados adversos para la salud en relación con el tabaquismo, con las
consecuentes complicaciones que conlleva y el consiguiente gasto sanitario.
La situación en Canarias es muy preocupante en lo que a mortalidad por
cardiopatía isquémica se refiere, ocupando el primer lugar de España.
La cartera de servicio del Sistema Nacional de Salud incluye la asistencia al
tabaquismo mediante la promoción de intención de su abandono (2). El médico
de familia (MF) es el profesional más adecuado para intervenir en la
deshabituación tabáquica por su alta accesibilidad a la población. Se estima
que un 70% de las personas visitan al MF al menos una vez al año y los
fumadores más frecuentemente (6,7). En la base de datos del programa Drago
AP del Servicio Canario de Salud (SCS), en septiembre del 2015 figuran
284.266 fumadores lo que supone el 26,18% de los pacientes registrados.
Para una prevención efectiva el médico debe disponer de un instrumento que
valore la intensidad del hábito y su dintel de riesgo, posibilitando graduar la
intensidad de la intervención. Hasta el momento con este fin se dispone del
índice Años a Paquete Diario (APD) (17,18), existiendo controversia en su uso (7).
APD vincula de manera inespecífica cantidad de tabaco y años como fumador
sin considerarse la exposición pasiva, siendo esto imprescindible, debido a la
elevada prevalencia de fumadores en domicilio, espacios públicos no techados
y ambientes laborales no cerrados, existendo métodos subjetivos y objetivos
para medirla (19)