Autenticidad Sobreactuada
Date
2023Abstract
El mundo ha devenido espectáculo. Las imágenes, nacidas
para representar cosas, han acabado suplantándolas. Los productos, que se valieron de la imagen para despertar el deseo,
han acabado convertidos en marca, es decir, en imágenes de
sí mismos. El espectáculo no tiene afuera: despierta y, aparentemente, satisface nuestro deseo.
Aparentemente, pues, en la medida en que provoca un deseo del deseo mismo, necesariamente lo frustra. Eso produce
ansiedad. Y agotamiento. Ese ciclo de euforia / disforia defi ne
el encefalograma del capitalismo posfordista: tras descubrir
que la mercancía tenía sus límites, entendió que el crecimiento ilimitado solo podía basarse en un consumo ilimitado, que,
claro está, no podría ser de mercancías –nadie se compra una
licuadora todos los días– pero sí de experiencias. Este capitalismo de la experiencia mercantiliza hasta el cuerpo, también
devenido imagen en este escenario bio·político.
Cabría fantasear con el Bartleby de Melville y su famoso “preferiría no hacerlo”. Pero hasta la inacción ha devenido espectáculo. Durante casi un siglo, el modernismo se afanó en crear
imágenes sublimadas de la nada autorreferente. Hoy el capitalismo pone exitosamente a diario bajo el foco de la atención
ansiosa y saturada una sublime cantidad de naderías convertidas en espectáculo, es decir, en “medios que son a la vez sus
fines”.